AMIGAS DE SIEMPRE Y DE AHORA

Dicen que la familia te viene impuesta, pero las amistades las elegimos cada uno. Durante una vida se puede conocer a mucha gente, algunos te caen mejor, otros peor, pero solo algunos entran dentro de los denominados verdaderos amigos.

En mi caso puedo distinguir don tipos de amistades claramente: Amigas de siempre, y amigas de ahora.

Las amigas de siempre son aquellas con las que has crecido, las conoces desde que tienes uso de razón y sabes que aunque pases meses sin verlas cuando lo hagas la confianza va a ser la misma, nada más mirarlas a los ojos ya sabes si están contentas o tristes. Sobre todo en la adolescencia son el centro de tu vida, y estoy convencida de que mucho de lo que somos de adultos depende de qué amistades hayamos tenido en esta época. Nosotras solíamos salir todos los fines de semanas, nos emborrachábamos en fiestas y sobre todo nos divertíamos un montón, pero al mismo tiempo éramos estudiosas y nos influenciábamos positivamente las unas a las otras. Con el tiempo estas amistades suelen perder fuerza, yo misma me marché a otro pueblo y aunque vivo cerca no puedo mantener el contacto diario de antes. Pero el viernes pasado tuvimos una cena y era como si volviéramos a tener 18 años, estar con ellas me hace feliz. Las quiero mucho.

Las denominadas nuevas amigas son las que haces cuando eres adulta. Tengo varias amigas de este tipo, pero hay dos que aparte de ser mi apoyo en este pueblo que no es el mío, son mi paño de lágrimas y fuente de risas diario. Las dos son compañeras de trabajo y a ellas sí que las veo diariamente, tengo ese contacto que tenía antes con la cuadrilla. Si algún día las necesito sé que las veré, puedo contarles mis problemas cara a cara y ahora, no dependo del coche o de dejar a alguien con los niños para estar con ellas. Estas amigas son el presente en mi vida y me alegran el día a día. También las quiero mucho.

Os cuento esto porque el viernes antes de ir a cenar me entró pereza y llegué a pensar que ya no me apetecía estar con mis amigas de siempre, pensé que mis verdaderas amigas eran las de ahora y que sin darme cuenta había perdido las ganas de estar con la cuadrilla. Pero para nada, nada más verlas a todas juntas, sin niños ni maridos, como cuando salíamos hace 10 años me sentí feliz, llena de alegría y llena de vida. Pudimos hablar de nuestros sentimientos, ponernos al día y cómo no, bailar como cuando teníamos 18 años.

Hoy una semana después sigo con el catarrazo que me agarré al día siguiente, pero valió la pena.  Creo que todas las grandes amigas son importantes, pero hay que dedicarles tiempo, aunque te de pereza.